¿Cómo surgieron los delfines?

¡Hola! Bienvenidos a una nueva temporada de Vida Cetácea. En esta serie de artículos dedicados a nuestros amados delfines viajaremos por mundos mágicos, porque eso es lo que la historia nos dice sobre nuestros amados cetáceos.

Los delfines han sido vistos por los seres humanos como criaturas mágicas durante miles de años. Son uno de los pocos animales que parecen jugar mientras recorren los mares, incluso el delfín nariz de botella parece sonreír, aunque si ya nos has leído sabes que es la sonrisa más falsa del reino animal. Por estas razones, era inevitable que un animal tan notable no quedara reflejado en la mitología y sus leyendas, extendiéndose hasta nuestros días.

La primera cultura que parece haber tenido mitología asociada con el delfín fue la minoica, un pueblo marinero en el Mediterráneo. Dejaron pocos documentos escritos, pero muy bellos murales en las paredes de sus palacios que mostraban la importancia de los delfines.

 

Debido a que eran fuertemente asociados por los griegos con Poseidón, más tarde esto explicaría por qué el dios del mar se representaba tantas veces rodeado de delfines o montado sobre ellos. En un mito sobre el Dios de los océanos, se dice que delfines mensajeros fueron enviados para traerle una ninfa que él amaba y con la que se casó más tarde. Como recompensa el dios puso al delfín en el cielo como una constelación y fue acompañado constantemente por ellos, entre otras criaturas marinas.

Esta no fue la última vez que los griegos los asociaron  con el romance. Afrodita es a menudo representada en la mitología con delfines, montando sobre ellos o simplemente siendo acompañada. La historia del dios Dionisio transformando a hombres en delfines es percibida en la literatura griega marcando el origen y “misión” de los delfines.

Se dice que una vez, siendo todavía un joven, Dionisio Dios del vino, miraba al mar desde un precipicio y unos piratas lo vieron. Como llevaba los vestidos y los mantos tan ricos y brillantes, pensaron que era el hijo de un rey, por lo que decidieron raptarlo y pedir un rescate.

Al subirlo al barco y atarlo con cadenas, Dionisio los miro deshaciéndose de los amarres, por lo que la tripulación creyó haber encontrado un Dios. Pidieron dejarlo ir y no hacerle ningún daño para que no tomara venganza, pero el capitán se negó.

Pensando que no era un Dios, sino un príncipe, decidió que iría a entregarlo a su familia y estos les pagarían con riquezas, pero sus suposiciones eran totalmente equivocadas. De pronto toda la cubierta se llenó de un vino perfumado y delicioso; los palos y las velas se cubrieron de vides y parras, con sus hojas y racimos de uvas. Una hiedra de hojas verde oscuro y bayas negras trepó por los otros palos, y coronas floridas. El Dios Dionisio se transformó en un león, apareciendo un gran oso a su lado.

Los piratas, llenos de terror, se lanzaron por la borda y en el acto se convirtieron en delfines. La leyenda dice que por eso los delfines acompañan y salvan a los náufragos, pues son los piratas que quieren expiar su culpa.

En la cultura griega, estos animales fueron a menudo rescatadores de los seres humanos, probablemente porque les gusta llevar las cosas a la superficie y además porque hay pruebas que evidencian que pueden rescatar personas en peligro. Esta imagen del delfín continúa viva hasta nuestros tiempos.

Actualmente, pocas criaturas en el reino animal pueden animar e inspirar respeto como lo hacen los delfines. Con su gracia, inteligencia y su aparente entendimiento del mundo que los rodea. Nos leemos en la próxima.

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