¡Salud! Hasta el otro lado del arcoíris

Como saben, este Mes del Orgullo nos unimos a las labores de la NFL para fomentar la tolerancia, trayendo historias significativas sobre jugadores homosexuales en el retiro o que participaron en campos de entrenamiento, pero esta semana nos sorprendió una historia más en la figura de Carl Nassib, el primer jugador activo de la NFL en declararse gay.

El liniero defensivo de los Raiders de Las Vegas utilizó su cuenta de Instagram para dar el anuncio con el siguiente mensaje: “¿Qué pasa gente? Estoy en mi casa de West Chester y sólo quería tomar un momento para decir que soy gay. Llevo pensando en hacer esto durante un tiempo y finalmente me siento cómodo sacándome esto de dentro. Tengo la mejor vida, la mejor familia, los mejores amigos y el mejor trabajo que alguien como yo puede tener”.

Antes de conocer esta noticia en Somos Dolphins convocamos a que nos contaran su historia  para poder hacer visible la complejidad de declararse homosexual en nuestra sociedad. Ante la petición nos llegó la historia de Enrique y Cecilia, unos hermanos que tuvieron la posibilidad de entenderse y vivir su vínculo en aceptación y respeto.

Hace más de 20 años, en una sociedad menos tolerante Enrique era un hombre homofóbico, según sus propias palabras. No sentía el mínimo respeto por las personas de la comunidad LGBTQ+. Las juzgaba, señalaba, denigraba, hasta que la vida le puso frente a frente ante la homosexualidad de su hermana. ¿Cómo podría atacarla? ¿Dejarla de amar era una opción?

Él tuvo que tomarse un tiempo. Unas vacaciones en Guadalajara, donde vivía Cecilia, conociendo la forma de vida que tenía, sus amigos, su mundo laboral y la perspectiva le cambió. Entendió que una persona homosexual es un ser humano con problemas, alegrías, responsabilidades y lo más importante, con derecho a vivir una vida tranquila y feliz sin que nadie los señale por sus preferencias.

Cecilia y Enrique vivieron una relación cercana, sin embargo la vida les tenía preparado un reto más: cáncer. Cecilia fue diagnosticada y tratada. En la recta final rumbo a su remisión todo se volvió sombrío con un nuevo diagnóstico devastador, intratable y feroz. Ya no había más esperanza ni vuelta atrás. La vida de “Ceci” se iba a apagar sin que pudieran hacer nada.

Enrique no puedo evitar preguntarse si ocultar su homosexualidad por años, si afrontar tanto rechazo, si guardarse todas sus emociones no fueron los causantes de su enfermedad, si todo eso no le quito tiempo a su hermana. Sin embargo “Ceci” le tenía una nueva lección: estar en paz. Ella disfruto cada momento, preparó su partida y dijo adiós.

“Nos dolió a los que nos quedamos aquí, pero sabemos que no podíamos pedirle que se quedara más tiempo, hubiera sido egoísta de nuestra parte. Se fue en paz y nos quedamos en paz. Lo que tenemos que agradecer es que pudimos disfrutarla hasta el último momento porque aprendimos a aceptar las diferencias en el amor. Las relaciones se sanan con la sinceridad. No tengas miedo, líbera tu cuerpo y emociones. Date la oportunidad de ser feliz. Vive tu vida y se feliz con quienes te quieren”, dijo Enrique.

Mi abuelo siempre nos dice una frase cuando andamos acelerados: “Hay más tiempo que vida” y efectivamente, el tiempo seguirá avanzando más allá de nuestra muerte. No hay tiempo que perder. ¡Viva! Disfrute cada momento, no odie al que es diferente. Esté en paz con usted y con los demás, como nos enseñó Cecilia a quien le decimos: ¡Salud! Hasta el otro lado del arcoíris.

 

 

 

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